viernes, 12 de febrero de 2021

La Crisis Previa a la Primera Guerra Mundial

 La Primera Guerra Mundial, cuyo inicio se produce en 1914, fue el final de un siglo en Europa en el cual no se habían enfrentado grandes potencias de forma directa, desde que se acabó con la Revolución Francesa y Napoleón, es por esto, que tanto los sectores sociales como políticos no estaban verdaderamente preparados para una guerra de tal calibre. El mundo europeo en aquella época estaba acostumbrado a momentos de tensión que tenían riesgo de producir una guerra, pero que siempre acababan siendo recordados como un mero susto, no fue hasta el estallido de lo que en ese momento se llamó Gran Guerra ( "The Great War"), que el escenario de una guerra total se hizo real.

Este periodo de paz, fue largo pero frágil, en el cual ciertas partes del mundo se vieron salpicadas por guerras entre potencia, como pueden ser Las Guerras de los Balcanes de 1912 hasta 1913, o la guerra franco-prusiana; además de que como bien se veía, las guerras normalmente eran precedidas por un cúmulo de crisis diplomáticas en las cuales las potencias negociaban sobre lo que ellas consideraban sus intereses vitales, tales como el control de un territorio o una zona geográfica concreta.

En los pocos años anteriores a la Gran Guerra, las únicas grandes potencias que se suponía que podían empezar una guerra de semejante tamaño eran: Gran Bretaña, Rusia, Francia, Austria-Hungría, Italia y Alemania. Estas potencias, al menos sobre la teoría, eran las más fuertes entre sus vecinas, aunque también cabría destacar las potencias ajenas a Europa, como Estados Unidos, potencia americana la cual en el siglo pasado en el 98 había desbancado a España como imperio ultramarino, y Japón, joven nación la cual había conseguido una significante y formidable victoria contra Rusia.


Esta paz frágil al principio de la primera década del Siglo XX ya se estaba empezando a desestabilizar, principalmente en la zona de los Balcanes, en la cual muchas potencias buscaban establecer su poder, entre ellas estaba el Imperio Austro-Húngaro, el cual ya había empezado a coger terreno eslavo, lo cual le generó una tensión interna bastante pronunciada, debido a que al ser un imperio con una variedad tan extensa de etnias era muy difícil hacer que todas formaran íntegramente parte de la nación. A esto también hay que añadirle que el Imperio Ruso también estaba intentando aumentar su influencia sobre la zona, la cual era mejor vista gracias a que, al fin y al cabo, los rusos también eran eslavos, a diferencia de los austro-húngaros, que eran germanos y magiares.

La chispa, que definitivamente rompió esta paz centenaria europea la hizo saltar un atentado terrorista producido en Sarajevo, capital de Bosnia y provincia de Austria-Hungría, en la cual estaba pasando el heredero a la monarquía dual, Francisco José II, al cual un joven serbo-bosnio de diecinueve años llamado Gavrilo Princip le disparó.

Fue en ese momento cuando el gobierno austríaco se puso a investigar de donde procedía este atentado y descubrieron que había sido planificado por la organización la Mano Negra, una organización que buscaba unificar a todos los serbios en una sola nación a través de la violencia, esto hizo que Servia se viera presionada a dejar que se investigase si había tenido algo que ver el gobierno nacional con el atentado, cosa en la cual no estaba de acuerdo y se negó. Esta acción se consideraría uno de los principales desencadenantes de la Gran Guerra.


Viendo la pronunciada escalada de la tensión diplomática en las zonas de los Balcanes, los otros grandes Estados europeos ya estaban moviendo sus fichas para posicionarse en uno u otro bando; Alemania por su parte veía la guerra con optimismo, pensando en ella como en una contienda rápida y decisiva, que la ensalzarían como primera potencia en Europa, y le otorgaría la posibilidad de conseguir sus antiguas pretensiones en África. Por el otro lado, Rusia estaba a favor de ir a la guerra, dado que veía en ella la ocasión para poder apaciguar las duras condiciones internas, las cuales se tratarán en otra entrada, Francia, en un primer momento confiaba en que sus defensas en el norte, a destacar la línea Maginot, fueran capaces de frenar el ataque alemán, además de que el propio gobierno ya había mandado movilizar las tropas para situarlas en la frontera con Alemania y Bélgica, temiéndose un ataque por la zona belga; por último, Gran Bretaña decidió formar parte en la campaña por miedo a las consecuencias que podría tener a futuro su traidora abstención, dado que si sus aliados Francia y Rusia ganaban, seguramente no iban a dejar esa traición sin una represalia.


Fuente: 1941-1918 Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson

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